Los relatos más bellos del mundo (I)
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Entre los muchos recuerdos que guardo de mi madre, todos ellos entrañables, destaca el de verla leyendo Selecciones del Reader's Digest con sus gafas bifocales. Más aún, si tengo en la alta estima que tengo tan veterana revista es por lo mucho que le gustaba a ella. Pero también por un par de libros, una colección de discos y el primer tocadiscos que su afición a Selecciones, como se conoce la edición española, llevó a nuestra casa. Incluido todo ello entre las ofertas a sus lectores de la publicación, en la colección de discos, Gran carrusel de melodías mundiales se titulaba, escuché por primera vez Enamorándose de nuevo, la triste canción de El ángel azul (Josef von Stenrberg, 1930), y La marsellesa, el himno francés.
En la primera toma de contacto, la música es más fácil. De modo que los libros tuvieron que esperar. En aquel tiempo, hace más de cincuenta años, sólo leía las aventuras de Tintín, los queridísimos tebeos y algunas novelas de Enid Blyton. Aun así, las dos antologías de Selecciones, pues de eso se trataba, llamaron poderosamente mi atención. Me cautivaron por sus títulos -Joyas del cuento norteamericano y Los relatos más bellos del mundo- y durante años me juré que habría de leerlos cuando fuera mayor.
Publicado el 14 de diciembre de 2018 a las 11:15.